Un tribunal español ha sentenciado a dos años y un mes de prisión al cantaor Diego Ramón Jiménez Salazar, conocido como Diego ´El Cigala´, por maltratar a su exesposa, según informó el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía.
La condena, que no es definitiva y puede ser apelada, incluye tres delitos de malos tratos por agresiones a la víctima. Además de la pena de prisión, se le impone una orden de alejamiento, prohibiéndole acercarse o comunicarse con la mujer a menos de 200 metros durante dos años. También ha sido condenado por un delito leve y continuado de vejaciones en el ámbito doméstico, por lo que deberá cumplir 25 días de localización permanente en un domicilio distinto y alejado del de la víctima.
La jueza subraya que, durante su relación, la mujer dependía económicamente del acusado. Cuando ella quedó embarazada de su primer hijo, la relación empezó a deteriorarse, lo que dio lugar a discusiones frecuentes. Se probó que en estas disputas, ambos se gritaban mutuamente y, con desprecio, el cantaor le llamaba "puta", "maldita perra", "desgraciada", entre otros insultos, y en ocasiones la echaba de la casa o de la habitación como forma de humillación.
En 2017, durante una discusión intensa, El Cigala le dio "una bofetada en la cara", según relata la sentencia. En otro incidente de 2019, después de un enfrentamiento verbal tras un concierto, le dio un empujón que la hizo caer al suelo y, mientras estaba en el suelo, le continuó golpeando y pateando.
La jueza también considera probado que, en noviembre de 2020, estando ambos con sus hijos, durante una discusión, el acusado la agarró del cuello mientras le gritaba "me cago en tus muertos".
En su fallo, la jueza explica que la valoración de las pruebas fue especialmente compleja debido a la fama internacional del acusado y el "posible interés de algunos testigos en el resultado del proceso". Destaca que el testimonio de la víctima fue la principal evidencia en su contra y que ella ha sido "clara, coherente, congruente y persistentemente fiel" a su versión. Esto, a pesar de la falta de informes médicos que confirmaran lesiones físicas y de los resultados contradictorios en los estudios psicológicos sobre posibles secuelas.
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