Este miércoles marca el inicio de la Cuaresma con la celebración del Miércoles de Ceniza.
- Russell Santos
- 5 mar
- 2 Min. de lectura
La Cuaresma inicia hoy con el Miércoles de Ceniza, marcando el preludio de la Semana Santa y un tiempo destinado a la reflexión para la Iglesia Católica.
El obispo de la Diócesis conformada por San Pedro de Macorís y Hato Mayor, monseñor Santiago Rodríguez, exhorta a los dominicanos a dedicar estos 40 días a la conversión y a combatir la violencia que afecta al país.
Cabe destacar que también se puede consultar: Exhorta a las mujeres a trascender en sus distintos roles bajo nuevas formas de relacionarse.
Con la imposición de la cruz en la frente de los feligreses y la celebración de la eucaristía a partir de las 6:00 a.m. en la Catedral Primada, así como en las diversas diócesis, iglesias, capillas y centros educativos católicos, los cristianos viven intensamente este día.
Rodríguez señala que esta festividad nos recuerda nuestra naturaleza de polvo y de peregrinos en esta tierra, e insta a mostrar misericordia hacia los inmigrantes. Además, destaca que a partir de hoy se inician 40 días en los que se experimentará el acontecimiento más significativo para la humanidad desde la fe: la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.
Subraya que se ha comenzado el camino hacia la Pascua, la cual se celebra al concluir la Semana Santa.
Al referirse al origen de la Cuaresma, que rememora los 40 días y noches que Jesús pasó en el desierto, comenta que el Año Jubilar, titulado “Peregrino de Esperanza”, permite vivir una experiencia profunda similar a la del pueblo de Israel durante 40 años de esclavitud.
El filósofo y teólogo también resaltó que el Papa Francisco invita a identificarnos con la vida de los peregrinos e inmigrantes, quienes buscan una nueva vida, esperanza, subsistencia y bienestar para la familia. “El mensaje es que en esta Cuaresma debemos identificarnos con la realidad de los inmigrantes que buscan mejores oportunidades”. En este periodo, se recuerdan los tres signos fundamentales —ayuno, oración y penitencia—, esenciales para reencontrarnos con nosotros mismos, con los demás y con Dios, al tiempo que se aconseja recordar a aquellos hombres y mujeres que lo dieron todo por la libertad del pueblo.
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