La falta de comunicación y las réplicas empeoran la crisis en una Birmania devastada por el terremoto.
- Russell Santos
- 31 mar
- 1 Min. de lectura

El terremoto de magnitud 7,7 que sacudió el centro-norte de Birmania ha dejado al menos 1,700 muertos y una gran devastación, agravada por réplicas constantes y daños en infraestructuras clave. Mandalay, la segunda ciudad más grande del país, es una de las más afectadas, con su aeropuerto cerrado y vías intransitables, lo que dificulta la llegada de ayuda.
La junta militar informó de 1,644 muertos, aunque el líder del régimen mencionó 1,700 víctimas en una conversación con el primer ministro de Malasia. En Sagaing, otra zona gravemente afectada, la Cruz Roja estima que el 70 % de la ciudad está destruida.

El acceso a las áreas cercanas al epicentro es complicado, y la falta de comunicación impide conocer la magnitud total del desastre. Naciones Unidas y organizaciones humanitarias han comenzado a desplegar equipos médicos de emergencia.
El sismo también tuvo impacto en Bangkok, donde el colapso de una torre dejó al menos 18 muertos, 33 heridos y 78 desaparecidos. Se trata del terremoto más fuerte en décadas en Birmania, percibido incluso en la provincia china de Yunnan.
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