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León XIV, el Papa aficionado al plátano power



Un Papa cercano, humilde y con raíces en La Vega

En La Vega, muchos recuerdan con aprecio al nuevo Papa, Robert Francis Prevost


ahora León XIV por su humildad, cercanía con la gente y su vinculación con la juventud. Durante doce años fue Prior General de la Orden de San Agustín y, según sacerdotes agustinos, visitó La Vega al menos en tres ocasiones, con intervalos de dos a tres años.



El padre Quirilo Matos Batista, vicario de la orden agustina en las Antillas, recuerda haber conocido a Prevost desde 2006, cuando él aún estaba en Cuba, donde el ahora Papa lo visitó un par de veces. Matos destaca que, a pesar de su alto rango, era accesible y no exigía protocolos complejos para tratar con él.

Prevost domina varios idiomas


—italiano, francés, portugués, español e inglés

— lo que facilitaba su comunicación directa con las comunidades, dejando una fuerte impresión al poder dirigirse a todos en su lengua materna.


Además de su labor como sacerdote, obispo y cardenal, también fue administrador apostólico, lo que le dio un valioso contacto con la vida pastoral cotidiana y una notable capacidad organizativa sin perder el trato cercano con sus hermanos religiosos y los fieles.


Según Matos Batista, sus prioridades como Papa reflejan la espiritualidad agustiniana: la misión evangelizadora especialmente en regiones donde la Iglesia ha perdido fuerza como Europa, el fortalecimiento de la vida comunitaria, y la promoción de la paz, tanto en conflictos armados como en las tensiones sociales más silenciosas.


En 2011, La Vega fue sede de un Encuentro de Jóvenes Agustinianos que atrajo a decenas de participantes de toda América Latina. Una de ellas fue la doctora Karla Dalmasí, quien conoció a Prevost en Perú y lo recuerda como un sacerdote alegre, que cantaba y oraba con los jóvenes, y por ello cree que la juventud tendrá un lugar especial durante su pontificado.


Durante sus visitas a La Vega, el entonces superior de los agustinos recorrió lugares emblemáticos como la Catedral y el Santo Cerro, pero también mostró especial interés por comunidades pobres como Barranca, La Hierba, La Jardeta y Licey, donde compartió con campesinos y tomó café dominicano. También visitó viviendas para personas de escasos recursos, incluyendo el proyecto Copacabana.


Una de sus comidas favoritas eran los tostones, los plátanos verdes fritos, que disfrutaba porque no se preparaban de esa manera en su país. A pesar de su cargo, hacía la fila como todos para comer,

aprovechando esos momentos para conversar con los jóvenes e intercambiar ideas.


Entre sus curiosidades personales, el padre Matos recuerda su afición por los vehículos antiguos, mostrando siempre interés en conocer sus marcas, años y funcionamiento. También le gustaban los deportes, especialmente el tenis, disciplina que seguía de cerca y practicaba cuando podía, incluso mostrando entusiasmo por las canchas que se construían en los colegios agustinianos.


Durante su liderazgo en la Orden, Prevost promovió la transparencia financiera y la rendición de cuentas, insistiendo en que los recursos debían usarse de forma responsable, pues eran bienes comunes. Enfrentó con firmeza las denuncias de abuso sexual dentro de la Iglesia y apoyó la inclusión de la mujer en cargos directivos, como evidencia la estructura actual del colegio agustiniano, donde solo el director es hombre y el resto del equipo es femenino.

En sus visitas pastorales, evitaba quedarse en oficinas. Prefería salir, mezclarse con la gente, escuchar sus inquietudes y compartir con ellos de forma directa y sencilla.


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