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Momentos complicados para los dominicanos deportados desde EE. UU.


Según los pronósticos, la República Dominicana se convertirá en el destino principal para muchos compatriotas que emigraron a Estados Unidos en busca de mejores oportunidades, debido a que la situación para los inmigrantes indocumentados está cambiando rápidamente. Ante la firme postura del presidente Donald Trump de revertir la tolerancia hacia las comunidades extranjeras, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, optó por acoger a sus deportados, buscando minimizar las tensiones con Estados Unidos, un socio clave en el comercio bilateral. Aunque las deportaciones no resuelven los problemas subyacentes de los flujos migratorios, Petro optó por un enfoque pragmático, lo que también aplica a la República Dominicana. Este país, más dependiente de sus relaciones con Estados Unidos que Colombia, tiene vínculos estrechos en comercio, acuerdos regionales, lucha contra el narcotráfico y una gran dependencia de las remesas provenientes de la diáspora.


En las últimas décadas, miles de dominicanos han regularizado su situación en Estados Unidos, con muchos de ellos obteniendo la ciudadanía sin perder contacto con su país de origen, lo que ha permitido la creación de una segunda generación de dominicanos nacidos allí. Las relaciones diplomáticas entre ambos países han sido en su mayoría cordiales y cooperativas, y es importante que esto continúe a pesar de la situación general de las relaciones con América Latina. La repatriación de dominicanos es un desafío, pero también una oportunidad para que la sociedad local los reciba y los ayude a reintegrarse, manteniendo su flexibilidad y capacidad de adaptarse a nuevos contextos, como ha sucedido con muchos dominicanos que han migrado a distintos lugares del mundo en busca de nuevas oportunidades.

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