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Se empieza a notar el orden en el cruce fronterizo de Dajabón

En la avenida que conduce a la puerta fronteriza de Dajabón, se encuentra un agente de la Dirección Nacional de Inteligencia (DNI), quien prefiere mantener su identidad en reserva. "Desde que se ordenó desde la dirección de Migración deportar a 10,000 personas por semana, ha disminuido el flujo de gente en el mercado", señala el oficial de inteligencia.


El agente relata que "durante todo el día se observan camiones de migración. Cada hora o 30 minutos, uno o dos pasan".


Según Migración, en los primeros 15 días de noviembre se deportaron más de 15,500 extranjeros, y desde el inicio del plan de repatriación masiva el 1 de octubre, se han deportado 55,723 personas.


La situación en la puerta fronteriza ha mejorado en comparación con meses anteriores. En abril, se describía el caos en la zona: "Entre gritos y empujones, un militar haitiano usa un látigo para dispersar a la multitud". Ahora, en noviembre de 2024, la frontera está mejor organizada. Las personas que cruzan hacia el lado dominicano se desvían a la derecha, donde son sometidas a un control biométrico. Aquellos que regresan a Haití lo hacen por el lado contrario. El carril central está reservado para vehículos y carretillas, todos revisados por el Cuerpo Especializado en Seguridad Fronteriza Terrestre (Cesfront).


Los lunes, el mercado de Dajabón se llena de actividad, con miles de haitianos cruzando para comerciar. En la avenida principal, uno de los primeros elementos visibles es un militar del C-2 con un dispositivo en mano. Los camiones, cargados con todo tipo de productos, se detienen para ser inspeccionados. "Con este escáner detectamos cuchillos, armas de fuego, cigarrillos, bebidas alcohólicas...", explica el agente.


El escáner ha estado en uso durante tres o cuatro meses, y aunque aún no se han encontrado armas, ha permitido la incautación de grandes cantidades de contrabando, como cigarrillos, haciendo la frontera más segura.


En el mercado, entre los apuros y los bullicios, Emilio Valdés, un hombre de padres haitianos nacido en República Dominicana, trabaja como traductor. "En nuestro país no hay recursos, uno viene aquí a buscarse la vida", dice, subrayando que el lado haitiano depende del dominicano para sobrevivir. Valdés se refiere a la política migratoria del gobierno, señalando que la mayoría de los haitianos están en el país de forma irregular y sugiriendo que les otorguen algún tipo de carnet de trabajo.


En Santiago de la Cruz, un pequeño poblado de Dajabón, la situación también ha cambiado. El director municipal recientemente dio un ultimátum a los haitianos sin documentos para que abandonaran la localidad. "Muy pocos casos quedan por resolver, menos del 5%", asegura el director Walfri Labul. En el lugar, Roger Gómez comenta que la salida de los haitianos no afecta la agricultura local, ya que han sido reemplazados por dominicanos.


Al caer la noche, la puerta fronteriza comienza a vaciarse. Lo que antes era un hervidero de actividad se convierte en calma. Los militares del Cesfront cierran las puertas a las 10:00 p.m., marcando el fin de otro día en la frontera.


Desde el 1 de octubre hasta el 15 de noviembre, más de 55,000 haitianos han sido deportados. La Dirección General de Migración (DGM) ha destacado el éxito de sus esfuerzos, también con la captura de personas involucradas en el tráfico de personas. Las autoridades aseguran que las deportaciones se realizan respetando la integridad de los detenidos.

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